El sistema educativo español, configurado de acuerdo con los valores de la Constitución y asentado en el respeto a los derechos y libertades reconocidos en ella, se inspira en una serie de principios fundamentales: la equidad, la inclusión educativa, la igualdad de derechos y oportunidades que ayuden a superar cualquier discriminación y la accesibilidad universal a la educación, y que actúe como elemento compensador de las desigualdades personales, culturales, económicas y sociales.
Pero, además de todo ello, cada vez está cobrando más importancia una concepción de la educación como un aprendizaje permanente que se desarrolla a lo largo de la vida; como un esfuerzo compartido por alumnado, familias, profesores, centros, Administraciones, instituciones y el conjunto de la sociedad. Es un proceso continuo en cuya organización participan la comunidad educativa, el gobierno, las Administraciones educativas, las Corporaciones locales y que está inspirado por valores de desarrollo educativo como la investigación, la experimentación y la innovación.
“La importancia social de la educación hace necesario garantizar y promover políticas públicas desde todas las entidades responsables de su desarrollo en nuestro país Su promoción y mantenimiento garantiza en última instancia el derecho a la educación y tiene como finalidad última promover la igualdad de oportunidades”, explica Mario Carabaño, socio de Consultoría del Sector Público de Grant Thornton y gran conocedor de las políticas públicas en este ámbito.
España, con la ayuda del Plan Next Generation EU, está desarrollando políticas de educación para mejorar la calidad educativa y fomentar un entorno de formación continua
Sin embargo, la pandemia ha supuesto una piedra en el camino en el fomento de la formación de los jóvenes de nuestro país; un verdadero problema si tenemos en cuenta que es el único medio mediante el cual la persona individual puede desarrollarse y alcanzar mayores cotas de progreso en la sociedad española. Según los datos de la OCDE, un 20% de jóvenes de 18 a 24 años en España todavía no estudia ni trabaja, frente al 13% de la Unión Europea.
A pesar de que Europa creó el Plan de Garantía Juvenil para atajar las elevadas tasas de paro entre los jóvenes, sin embargo, y casi una década después, somos uno de los países que peor ha gestionado entre programa, al que solo se han acogido 421.000 jóvenes frente al millón de potenciales beneficiarios que se esperaban.
El escenario educativo, a merced de esta radiografía, puede parecer abocado a una parálisis crónica. Sin embargo, hay ejes de mejora en el horizonte de los que se ha hablado durante mucho tiempo y que ahora, en un escenario internacional de máxima competencia entre países y una digitalización acelerada, toca poner en marcha con rapidez y convicción.
Oportunidades en los Fondos Europeos y la Digitalización
España, con la ayuda del Plan Next Generation EU, está desarrollando políticas de educación destinadas a mejorar la calidad educativa y a fomentar un entorno de formación continua a lo largo de la vida profesional de los ciudadanos. Estas palancas se dirigen al conjunto de la población, y abarcan desde la digitalización de la escuela hasta la universidad, pasando por la recualificación (“upskilling” y “reskilling”) en el trabajo, con especial atención al cierre de la brecha de género y al impulso de la formación en las zonas en declive demográfico. El plan persigue garantizar la inclusión digital, no dejando a nadie atrás en el proceso de digitalización y avanzar en el desarrollo de competencias básicas de la ciudadanía, para que todas las personas puedan, entre otras acciones, comunicarse, comprar, realizar transacciones o relacionarse con las administraciones utilizando las tecnologías digitales con autonomía y suficiencia.
“Además, los planes de recuperación puestos en marcha por Europa y que están siendo ejecutados por las Administraciones nacionales, autonómicas y locales, contienen medidas centradas en la igualdad de género, especialmente orientadas a elevar la tasa de empleo femenino, a mejorar, fortalecer y reorganizar el sistema de cuidados de larga duración, a elevar el potencial educativo, la igualdad de oportunidades y a reducir la brecha digital, todo ello teniendo en cuenta la necesidad de adaptar el mercado laboral a las nuevas demandas y oportunidades globales, como la transición digital y la ecológica”, explica Luis Pastor, socio director de Consultoría de Negocio de Innovación de Grant Thornton.
Educación como antídoto para luchar contra la guerra de talento actual
Según distintos estudios, la relación entre la formación de las personas jóvenes está directamente relacionada con su nivel de empleabilidad. Un 41% de personas menores de 29 años desempleadas tiene un nivel bajo de estudios, frente al 30,5% que cuenta con estudios altos. Esto marca el camino hacia el que los países más avanzados y que mejor compiten por el talento mejor formado están transitando: más y mejor educación.
No solo en etapas tempranas, sino en distintos momentos de la vida profesional, en un círculo continuo de actualización profesional que permitirá reducir el desempleo, ya que las empresas podrán encontrar profesionales con más facilidad que en la actualidad. Nuevos perfiles adaptados a las aptitudes y actitudes que están marcando una economía claramente digitalizada. En este proceso de “upskilling” y “reskilling” de las competencias profesionales, la empresa tiene un papel relevante, no sólo en la demanda de esos nuevos perfiles, sino también en su formación interna.
“El tipo de perfiles que demandamos ahora en Grant Thornton ha cambiado en los últimos diez años. En los últimos 250 profesionales que hemos incorporado en septiembre, no solo hay graduados en Administración y Dirección de Empresas, sino que también buscamos ingenieros, matemáticos, expertos en transformación digital, en Blockchain, en criptoactivos. Es una nueva masa de talento muy demandada”, finaliza Ramón Galcerán, presidente de Grant Thornton. “Esto ejemplifica claramente -dice este experto- que cuanto más adaptemos la formación en nuevas competencias digitales a nuestros jóvenes, mejor preparados estarán para el tipo de trabajos del futuro. Obviamente, la guerra por el talento es y será dura, pero las compañías que mejor atraerán y comprometerán su talento son las que sepan que la formación es un elemento imprescindible en cualquier estrategia futura”.